Me gusta lamer el polvo de las persianas enrolladas
Me gusta lamer las juntas de las baldosas.
Me gusta lamer el vello púbico de las estatuas griegas.
Me gusta lamer el tallo de las margaritas recién salidas de la tierra.
Me gusta lamer los chicles pisados de las alfombras pisadas.
Me gusta lamer saliva ajena a la sombra de una higuera.
Pero lo que más me gusta, es lamer la taza donde apoyas tus labios cuando vuelves.
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