miércoles, 10 de agosto de 2011

No me escuches a mi

¡Olvídame! ¡Olvídate de mi!
Deja de escucharme a mi
y escucha mi voz,
cierra los ojos y escucha solo mi voz.

Escucha mi voz en el sonido de la hierba al crecer
y en el idioma de los árboles
que confundimos con el aullido del viento
entre sus hojas de hierba rígidas.

Escucha mi voz en la quietud de las nubes
en su espejo triangular el mar y su techo el cielo.

Escucha estas palabras que al escucharlas no son palabras,
míralas, óyelas, saboréalas, siéntelas en las yemas de tus dedos
cosquilleándote el alma

¡Olvídate de mi!
Escucha mi voz y se tu oído

¡Olvídate de mis palabras!  ¡No intentes comprender nada!
Oye solo mi voz y el sonido del viento

Escuchame bien ahora porque
este es mi último momento
para decirte que sigas oyendo mi voz
en el sonido del viento
¡Olvídate de mi voz!