Una mañana dos muchachos salieron
a dar un paseo por el campo.
El joven varonil, en un gesto galante,
arrancó una flor y se la ofreció a la joven.
La joven, dubitativa, buscó respuesta en la flor
que le respondió con su olor.
"Criada en la libertad del campo,
es triste que hayan necesitado arrancarme
para olerme por primera vez.
Para ello han necesitado separarme
de la tierra a la que pertenezco.
Y conservaré mi olor, pero he perdido mi esencia,
tampoco les importa, solo perciben con los sentidos.
Pero no soy yo la que ha muerto,
sino ellos por no sentirse parte de la naturaleza.
Me reconocen por un nombre relacionado con una imagen
en vez de reconocerme por mi olor.
Creían quen no tengo voz, y es verdad,
pero puedo comunicarme igualmente."
Y era cierto, porque la joven interpretó el mensaje
y rechazó en ese momento todas las convenciones
escupiendo a su acompañante.
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