Mi piel desea extenderse, ser más
formas crear distintas y flotar,
elementos distintos rodear
como una nube larga.
O tal vez solo desea abrazar.
Abrazar, ser rodeada por otra piel,
piel que nunca se podra sustituir por cojines.
Sentir la presencia de otro ser
que acabará con esos momentos tristes
en que rodeo con mis brazos mi espalda
anhelando que se confunda mi tristeza.
Acogedora es mi cama como triste engaño,
cuando un actor es conocido, es actor no personaje.
Y lo siguen contratando. Y sigo abrazando
a gente sin piel, momentos de melancolía
tintados de morado oscuro.
Nunca suficientes, como las malas comidas
enseguida me llenan.
Sentarse solo en el sofá y sentir una melancolía,
tan profunda que creo que me horada el pecho.
Nunca suficiente, siempre demasiado.
Aguantar la respiración y soltarla de golpe.
Toser. Apretar el diafragma, al ritmo que se acelera
y detiene, las manos en el centro del pecho duelen.
Parecen querer sostener el corazón que se funde.
Por ocultar mi debilidad izo barreras
y continúo en soledad.
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