Sólo sé de tu rostro
aquel que me trajo.
Tu murmullo es lejano
tu cuello estrella los sonidos,
cuánto añoro sus caricias,
pero ya no las añoro.
Cuánto en estos años te he despreciado
por embaucar mis sueños,
por alejarme de mi sendero,
y con que amor, con la dulzura con que
suspirar al viento ondulante, te latía,
y volvías.
Volvía tu rostro.
Recuerdo la lucidez cuando te brillaban mis ojos.
Solo recuerdo de tu negación, en los labios ágil sombra.
Hasta nunca, desapareciste sin regresarme otra negación.
Ya no me acarició tu cuello, estrellando melodías en el firmamento.
Y ya no espero más tu rostro, que me dejó solo y lejos.
Y aún te añoro, sino, aún te esperaría.
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