lunes, 4 de febrero de 2013

Hace mucho tiempo, cuando navegaba y por las noches me quedaba a cuidar del barco, miraba la negra mar.
no me gustaba mirar al frente, sino atrás. Atrás encontraba el suave oleaje, los besos del mar, tiernos.
¿Y mis noches favoritas? Cuando no había luna, las estrellas resplandecían, el cielo palidecía en mil eternas promesas. Todas separadas, a quien sabe cuanta distancia, lejanas y confusas en el firmamento.
Y en el momento que no había luna, que el cielo era su luz, se reflejaban en el mar, más que reflejarse, viajaban al mar, sí, viajaban, yo sé que viajaban y lo sentían. Entonces se disolvían en el mar y perdían su separación, se unían todas en la vieja madre, viva y en movimiento.
Cómo expresar ver todas las luces de la galaxia en una porción de agua de plata, perdiendo su confusión, su soledad, ahora unidas y en el movimiento del mar, vivas.
Y pensé... también estan unidas en mis ojos cuando las miro y en ellos se reflejan, se recrean, vivas en mi mente y mirada. Todas las estrellas en una mirada negra, la mar.

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